JESÚS/ ¡ESTAMOS A PUNTO DE PERECER!/ MATEOO 8:23-27



¡Señor, sálvanos! ¡Estamos a punto de perecer! (Mateo 8:25)

Lo primero que vemos en este pasaje es que de la misma manera que el Maestro tenía poder sobre la enfermedad también lo tenía sobre la naturaleza y esta le obedecía al mandato de su palabra. Recordemos el valor de la Palabra del Señor pues, a su orden, el universo fue creado.

Ahora bien ¿Cuál es la aplicación de este pasaje para los que vivimos en los albores del siglo XXI? 

Pienso que aquellos hombres que experimentaron la tempestad eran profesionales, acostumbrados a los súbitos cambios que se producen en el pequeño mar de Galilea. Me da la impresión que no era la primera tormenta que enfrentaban y que sabían muy bien -por experiencias pasadas- cómo manejar la situación y que sólo acudieron a Jesús en búsqueda de ayuda cuando llegaron a un punto que reconocieron que las cosas se les iban de las manos y habían perdido el control de la situación. Entonces, y sólo entonces, como es lógico por otra parte, decidieron recurrir a Jesús. 

Me doy cuenta que, como aquellos pescadores, yo soy un experto en manejar la vida, al menos mi vida, y que he desarrollado toda una serie de estrategias, respuestas, marcos de referencia, etc., para manejarla y tener control sobre la misma. Mientras esto funciona, todo va bien, el problema viene cuando me siento desbordado por situaciones que van más allá de lo que mi estrategia, mis recursos y experiencia pueden aportarme. Me doy cuenta que, tristemente, entonces y sólo entonces, es cuando recurro a Jesús con un grito similar al de los pobres discípulos.

No lo veo necesariamente negativo. Hay un reconocimiento del poder y la capacidad de Dios en ese grito de ayuda. Hay una conciencia de que nuestra propia vida, en más de una ocasión, es ingobernable y precisamos de la intervención del Maestro.

¿Qué áreas de nuestra vida se han vuelto ingobernables? ¿Qué nos impide lanzar el grito de ayuda a Jesús?

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