JESUS/ SOBRE ORAR/ MATEO 7: 7 AL 11
7 Pedid, y Dios os atenderá; buscad, y encontraréis; llamad, y Dios os abrirá la puerta. 8 Pues todo el que pide, recibe, y el que busca, encuentra, y al que llama, Dios le abrirá la puerta. 9 ¿Quién de vosotros, si su hijo le pide pan, le dará una piedra? 10 ¿O si le pide pescado, le dará una serpiente?11 Pues si vosotros, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre que está en los cielos se las dará también a quienes se las pidan! (Mateo 7:7-11)
Yo encuentro este pasaje complejo. Una simple lectura parece indicar que si necesitamos algo simplemente tenemos que pedir y, ya está. Si fuera tan simple todos podríamos pedir el no morir nunca y la tierra estaría súper poblada y, aunque lo está, no es atribuible a nuestras oraciones.
Lo normal es pensar que recibiremos aquello que oremos que sea conforme a la voluntad del Señor. Cierto, es algo que hemos de tener en cuenta a la hora de leer este texto, sin embargo, dice el apóstol Pedro que Dios desea que todos los hombres sean salvos y lleguen al conocimiento de la verdad. Indica incluso que esa es la razón por la cual retarda su venida. Pero yo he orado por muchas personas que nunca han tomado el paso de recibir a Jesús como su Señor y Salvador, todo y que su salvación era algo deseado por Dios.
Todo esto me lleva a reafirmar lo que siempre he pensado, a saber, que la oración es un misterio, entendiendo por misterio una dosis excesiva de realidad que va más allá, mucho más allá de lo que nuestro cerebro puede procesar. Es un misterio del mismo nivel que la Trinidad o la doble naturaleza de Jesús, intenta comprenderlos y perderás tu mente. Niégalos y perderás tu alma.
Pero nosotros, tristes herederos del modo griego de pensar necesitamos racionalizar todo y procesar todo de forma lógica y chocamos con realidades como estas, incomprensibles, misteriosas, que van más allá de la razón, no porque sean irracionales, sino porque son supra-racionales y, consecuentemente, nunca podremos dimensionarlas en su totalidad.
Sin embargo, no dejo de orar, no dejo de presentar mi vida y mis necesidades ante un Dios que escapa a la comprensión de mi mente racional (y eso que nos ha ayudado a entender algo de Él por medio de la revelación) y que en todo obra de maneras incomprensibles (mis caminos y pensamientos no son los vuestros, afirma) pero que cuando veo a Jesús entiendo que se mueve motivado por el amor y eso me ayuda a poder vivir con la ambigüedad de no tener respuestas para todo ni explicaciones para todo. Descanso en Jesús, su humanidad, su vida y muerte como uno de nosotros le hace merecedor de mi confianza.
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