CARTA DE PABLO A LOS CRISTIANOS DE ROMA/ ROMANOS 14: 1-12
En una palabra, cada uno de nosotros habrá de rendir cuentas a Dios de sí mismo. (Romanos 14:12)
Pablo utiliza este pasaje para abordar lo que podríamos llamar, cuestiones discutibles. Es decir, aquellas cosas que ciertos seguidores de Jesús ven de una manera y otros seguidores la ven de una forma totalmente contraria. Pablo lo ejemplifica con dos asuntos que usa a modo de ilustración, a saber, la comida y el guardar determinadas fiestas.
San Agustín, uno de los padres de la iglesia primitiva, afirmaba lo siguiente: En lo esencial, unidad, en lo no esencial, libertad, en todas las cosas, amor incondicional. Creo que este es un buen principio para saber manejar la diversidad porque no todos los seguidores de Jesús pensamos del mismo modo sobre muchos temas y San Agustín, del mismo modo que el apóstol en el versículo reseñado, da una pauta que nos puede orientar.
Y esta pauta es muy importante porque nuestra tendencia es, no sólo a pensar, sino a exigir que todos los demás vean las cosas del mismo modo que nosotros las vemos y que actúen del mismo modo que lo hacemos nosotros y, si esto no se produce, caemos en el juicio de aquel que piensa u obra de forma diferente.
Así pues, este es el punto central de la enseñanza de Pablo, cómo manejar la diversidad y veo que hay dos principios que son válidos al respecto. El primero, entender que la diversidad no es mala y honra a Dios. El segundo, que no debo juzgar la diversidad sino cuidar de mí mismo y de ser fiel a aquello que creo otorgando amor y tolerancia para el diferente, el diverso, porque al fin y al cabo, tanto él como yo, hemos de dar cuentas a Dios. Dicho de otro modo, no es a ti, sino al Señor ante quien, en caso de que estuviera equivocado, debe justificarse.
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