UNA MANERA DIFERENTE DE VER EL PECADO
Las palabras se desgastan con el uso del tiempo. En la edad media un caballero era alguien con suficiente poder económico para mantener un caballo de guerra. Hoy en día es una manera respetuosa de dirigirnos a alguien. Lo mismo sucede con la palabra pecado. Para la sociedad tiene una connotación totalmente ridícula (todo el mundo sabe que el bien y el mal son cuestiones de elección personal) y pueril.
En los ambientes cristianos se ha reducido, casi exclusivamente, a lo relacionado con el sexo. Los pecados sexuales son anatema mientras que la codicia, la mentira, la crítica, el tratar mal a los empleados, el trabajar mal cuando eres un asalariado, el consumismo son social y cristianamente aceptables. El término pecado se ha desgastado.
¿Y si lo viéramos de otra manera? ¿Qué pasaría si pensáramos que pecado es todo aquello, realmente todo aquello, que me aleja de parecerme más y más a Jesús?. ¿Si valorara mis pensamientos, acciones, omisiones, prioridades, valores y actitudes bajo este prisma? Sin duda me daría un criterio muy útil, práctico y totalmente aterrizado en la vida cotidiana para poder medir mi estilo de vida. También me ayudaría a tomar más conciencia de la forma en que vivo. Además, en definitiva, me mostraría si mi estilo de vida me acerca o aleja a ser similar al Maestro.

Comentarios
Publicar un comentario