SALMO 97. DIOS ODIA EL MAL
El Señor ama a quienes odian el mal
Este salmo, cuyo tema central es el reinado del Señor, está dividido en tres partes. La primera parte, que desarrolla el tema central, comienza precisamente con esa afirmación, el Señor reina sobre toda la tierra, como consecuencia de ello se produce un estallido de reconocimiento por parte de todo lo creado.
La segunda parte, hace un contraste entre el reinado del Señor y los ídolos y los idólatras. Los dioses falsos no son nada, no tienen poder y son necios los que en ellos confían.
La tercera y última parte, declara el favor del Señor hacia los justos y es precisamente aquí donde se encuentra el versículo que hoy ha llamado mi atención y me ha desafiado.
Afirma el poeta que el Señor ama a quienes odian el mal. Tiene todo el sentido del mundo porque nuestro Dios no puede soportar el mal en ninguna de sus dimensiones, porque hay muchas dimensiones y/o manifestaciones del mal. Hay una dimensión moral, la que a menudo, nos preocupa más a los creyentes. Existe, sin embargo, también una dimensión económica, la explotación económica de centenares de millones de personas, la especulación sin límites de los mercados. Existe también una dimensión social del mal, el abuso, la injusticia, la opresión, el maltrato y un largo etcétera.
Para mí el desafío de la Palabra es a odiar toda forma de mal, me gustaría recalcar esto, toda forma de mal y no únicamente formas selectivas de maldad y, como reflejo activo de del carácter de Dios luchar contra todo tipo de mal. No puedo olvidar las palabras de Pablo cuando afirmó, vence con el bien al mal.
Un principio
El seguidor de Cristo odia todo tipo de mal y se compromete activamente en la lucha en contra.
Una oración
Por la evangelización de Honduras
La maldad, es repugnante. Con más razón si Dios que es Santo, la odia y da su amor a los que saben huir de ella. Vencer al mal con el bien... ejemplo de ello tenemos en Jesucristo, el primero que ni cayó en ninguna tentación. Que el bien se imponga en muchos casos es dificil o quizás ni lo lleguemos a ver. No obstante, no nos cansemos de obrar el bien porqué tarde o temprano dará su fruto. Busquemos la aprobación del Señor cuidando nuestras maneras de obrar y de aconsejar a los demás. Seamos espejos del bien.
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