SALMO 87. SALVANDO LAS DIFERENCIAS

¡Por Él está fundada entre las santas montañas,
el Señor prefiere las puertas de Sión
a todas las moradas de Jacob!
Maravillas se dicen de ti, Ciudad de Dios.
Contaré a Egipto y a Babilonia
entre los que me reconocen;
también filisteos, tirios y nubios
han nacido allí.
Y de Sión se dirá:
Éste y el otro han nacido en ella;
el Altísimos en persona la ha fundado.
El Señor escribirá en el registro de los pueblos:
También este ha nacido allí.
Y cantarán mientras danzan:
Todas mis fuentes están en ti.


Este salmo es muy corto y el tema central del mismo es la capacidad integradora y unificadora que tiene Sión. Jerusalén, que en un principio era una ciudad pagana y luego se convirtió en el centro de la vida religiosa de Israel, se transforma en la casa de todos los pueblos de la tierra. Incluso los enemigos encarnizados de Israel, egipcios y babilonios, son admitidos como miembros de pleno derecho. El propio Dios lleva a cabo esta obra maravillosa.

Esto me ha hecho pensar en la capacidad integradora que debería tener la iglesia, donde gente diferente y de distintas procedencias sociales, religiosas, culturales, étnicas, políticas, económicas y un largo etcétera, deberían poderse sentir a gusto, aceptadas, amadas y parte de una única y universal familia.

No siempre es así. A menudo nuestras iglesias se convierten en lugares excluyentes y sectarios, donde el precio cultural que hay que pagar para ser aceptados es mucho mayor que el precio espiritual que exige el evangelio. Lugares de exclusión donde el pensamiento único predomina y mi manera de entender el mundo, la iglesia, la espiritualidad y la relación con Dios es la única válida y aceptable.

Sión, como la iglesia, es el lugar de integración, flexibilidad, aceptación e inclusión.


Un principio

La iglesia es únicamente una comunidad de miserables que han experimentado la gracia de Dios.

Una oración

Para que nuestras iglesias puedan ser espacios donde la gente se siente acogida, aceptada, amada e incluida.

Comentarios

  1. Si, Félix, todos tenemos defectos pero ello no habria de ser motivo de discordia. La gracia es del Señor de habernos aceptado como hijos suyos, y esto deberia bastarnos para una buena y sana convivencia.
    A mi me parece que abunda lo bueno y lo más importante creo que es ir a la Iglesia a adorar a Dios. Este mismo hecho, ya nos puede ayudar para una buena comunicación con los hermanos.

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