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1 PEDRO: ESPERANZA

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  Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo que, por su inmenso amor y mediante la resurrección de Jesucristo triunfante de la muerte, nos ha hecho renacer a una esperanza viviente. (1 Pedro 1:3) La imagen es de la destrucción en Gaza.  Dicen que la esperanza es lo último que se pierde. Puede ser, pero una vez perdida ya no queda absolutamente nada y se puede vivir con muchas carencias y dolor mientras haya esperanza, pero cuando está ha desaparecido sólo se sobrevive, se malvive. Imagínate cómo debe ser la vida en Gaza u otros zonas devastadas cuando no hay esperanza de que el futuro pueda ser diferente. Los seguidores de Jesús tenemos esperanza. La esperanza bíblica no es un deseo -como el de la persona que le gustaría ganar la lotería- sino la certeza de que el futuro será diferente tanto para nosotros como para el resto del universo. Es la certeza de que su Reino -ahora presente pero no culminado- se establecerá y que su voluntad ¡Por fin! será hecha en la tierra...

1 PEDRO: EXTRANJEROS ESPECIALES

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  Pedro, apóstol de Jesucristo, a los escogidos que viven como extranjeros. (1 Pedro 1:1) La fotografía corresponde a la presentación de las credenciales del embajador de un país extranjero ante el rey de España. Al margen de lo anticuado que pueda parecer la ceremonia, transmite la importancia que el acto tenía. El embajador representaba a su país ante el país anfitrión. Ciertamente somos extranjeros en este mundo, pero no de cualquier tipo. El apóstol Pablo en varias ocasiones nos recuerda que somos embajadores del Reino de Dios ante un mundo necesitado del Señor. Eso indica que somos extranjeros que estamos representando el Reino, su cultura y sus valores. Implica que nuestras conductas dan o quitan credibilidad a la entidad que representamos y pueden generar atracción o rechazo hacia el Reino.  No podemos desentendernos de la cultura que nos hospeda. Hemos de conocerla y respetarla. Hemos de valorar las cosas positivas que tiene y anhelar que los valores del Reino que repr...

2 PEDRO: VIVIR COMO ESCLAVO

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  Pues quien te vence te esclaviza. (2 Pedro 2:19) El pecado crea adición. Naturalmente no estoy hablando de un pecado puntual, más bien de lo que podríamos denominar como hábitos de pecado. Esas conductas que es muy posible que estuvieran presentes antes de nuestra conversión y que han continuado después de la misma a pesar de nuestros esfuerzos, deseos, promesas e intentos de desembarazarnos de los mismos. Jesús ya lo afirmó: "todo aquel que comete pecado se convierte en un esclavo del pecado" y el apóstol Pablo en su magnífico capítulo 7 del libro de Romanos describe a la perfección lo que el pecado puede llegar a producir en la vida de un seguidor de Jesús. Porque la ciencia nos enseña que la práctica repetida de una determinada acción produce conexiones en nuestro cerebro. Cuanto más repetimos esas conductas u omisiones, más y más se van reforzando esas conexiones hasta que llega un momento en que se convierten en nuestra respuesta natural y, si seguimos repitiéndola...

2 PEDRO: ESFUERZO

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  Por lo mismo esforzaos al máximo en añadir a vuestra fe, la honradez; a la honradez, el recto criterio; al recto criterio, el dominio de sí mismo; al dominio de sí mismo, la constancia; a la constancia, la religiosidad sincera; a la religiosidad sincera, el afecto fraternal; al afecto fraternal, el amor ágape. (2 Pedro 1:5-7) En todo el capítulo primero de la segunda carta de Pedro la palabra clave es ¡ESFORZAOS! Una palabra que parece tabú en el cristianismo evangélico de nuestro tiempo. Un cristianismo que continúa promoviendo y esperando que una intervención milagrosa, un rayo caído del cielo nos transforme y desarrolle en nosotros un carácter cristocéntrico. Para ello iremos a tantos congresos como sean necesarios, invitaremos a tantos predicadores ungidos como sea necesario. Haremos todo lo que sea necesario menos ESFORZARNOS. Este cristianismo LOW COST no tiene nada que ver con lo que dice la Escritura. Lejos de las palabras de Jesús de tomar la cruz y seguirle cada día. O ...

1 JUAN. MIEDO DE DIOS

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    En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor.   (1 Juan 4:18) Hay algo que se repite una y otra vez en la primera carta del apóstol Juan: Dios es amor. A la luz de esa repetida afirmación hemos de entender las palabras que encabezan esta entrada. El amor y el miedo a Dios son total y absolutamente incompatibles. En mi largo ejercicio pastoral me he relacionado con muchas personas que tienen miedo del Señor, que tienen una relación con Él basada en el desempeño. El amor del Padre no es para estas personas incondicional, es condicional y puede ser retirado en cualquier momento si no se cumplen las expectativas.  Esa es una mentira, y ya sabemos quién es el padre de todas las mentiras, Satanás. Desde el principio su intención ha sido hacernos dudar del Señor y de sus intenciones hacia nosotros (repasa Génesis 3 y observa su estrategia) y parece s...

1 JUAN: ¿DAR LA VIDA POR EL HERMANO?

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  Nosotros hemos conocido lo que es el amor en que Cristo dio su vida por nosotros; demos también nosotros la vida por los hermanos. (1 Juan 3:16) Benjamín Franklin, el pensador norteamericano y uno de los padres de su independencia, afirmaba que el tiempo es el relleno del que está hecha la vida. En otras palabras: tiempo es vida. Estas palabras de Franklin me hacen aterrizar las de Juan que son un eco de las pronunciadas por su Maestro en el evangelio (lee Juan 15:13) de su autoría. Si la vida es tiempo, dar la vida por los amigos sería dar nuestro tiempo por nuestros hermanos. Porque es muy poco probable -al menos en donde yo vivo- que me encuentre en la tesitura de tener que dar mi vida por un hermano en la fe, sin embargo, es muy factible y hay mucha necesidad de que demos de nuestros tiempo -en definitiva, nuestra vida- por nuestros hermanos.  ¿Qué hermanos hay a tu alrededor que precisan que des tu vida/tiempo por ellos?

1 JUAN: DISTINTIVOS

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  En esto se distinguen los hijos de Dios de los hijos del diablo: quien no práctica el bien ni ama al hermano; no es hijo de Dios. (1 Juan 3:10) Distintivo: Dicho de una cualidad que distingue o caracteriza esencialmente algo. Es lo que hace una cosa diferente de otra. Es aquello que le da singularidad. Pues bien, la Escritura de manera simple, bella y contundente nos indica que la práctica del bien -indiscriminadamente, como lo hace nuestro Padre- y el amor al hermano -buscar su bien de forma intencional e incondicional- son los diferenciados de un seguidor de Jesús.  Curiosamente no son los énfasis teológicos propios de mi denominación, ni ser calvinista o arminiano, dispensacionalista o no, o cualquier de tantas cosas que nos dividen como cristiandad y que en la Biblia no parecen tener la importancia que nosotros les damos.  ¿Cuán evidentes son en ti estos distintivos?