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PENSAMIENTOS

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  Pero Jesús... reprendió a su vez a Pedro, diciéndole: -¡Apártate de mí, Satanás! ¡Tú no piensas como piensa Dios, sino como piensa la gente! El Señor ya lo dijo a través del profeta, ni nuestros pensamientos ni nuestros caminos son los suyos. Es un tema preocupante porque el hecho de ser personas religiosas -Pedro era de las tres personas más cercanas al Maestro- no nos garantiza que pensemos y veamos el mundo como el Señor lo hace. De hecho, estamos inmersos en una cultura, formamos parte de la misma y estamos expuestos a que su forma de pensar y procesar la realidad se convierta en la nuestra.  Es por eso que el salmista le pide al Señor que examine sus pensamientos (Salmo 139) para detectar hasta qué punto hemos adoptado formas de pensar y procesar la realidad que no son las propias de Jesús y el Reino sino del entorno social en el que nos movemos. Y no olvidemos que la forma en que pensamos determina como vivimos. ¿Cuánto hace que nos has sometido a análisis tu forma de ...

EL LUGAR SOLITARIO

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Jesús les dijo: Venid aparte conmigo. Vamos a descansar un poco en algún lugar solitario. (Marcos 6:31) Para muchos de nosotros la vida es tremendamente demandante, llena de responsabilidades, expectativas, actividades y compromisos. Una vida que, en ocasiones, parece que te lleve en vez de que uno la viva. No sólo nos pasa a nosotros. Este pasaje del evangelio nos dice que las demandas sobre el Maestro y sus discípulos eran tantas que no tenían ni tiempo para comer. Pero, también vemos que Él luchaba y es esforzaba por buscar esos lugares solitarios. El lugar solitario además de un espacio físico lo veo como un concepto. Como esa necesidad de pararse para estar a solas con Dios, para hablar con Él, para descargarnos, para renovar las fuerzas y volver a recuperar la perspectiva. Como indicaba antes, puede tratarse de un espacio físico fuera de la casa, un lugar donde alejarse de la vorágine para encontrarnos con el Señor. Pero también puede ser un pequeño espacio en el hogar que se...

UN TOQUE DIFERENTE

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Sus discípulos le dijeron: -Ves que la gente casi te aplasta por todas partes ¿y aún preguntas quién te ha tocado? (Marcos 5:31) A juzgar por lo que decían los discípulos decenas de personas literalmente aplastaban a Jesús en una situación de contacto físico inevitable y, con toda seguridad, molesta para el Maestro que debía ver dificultados sus movimientos hacia la casa de Jairo. Pero, entre tanto contacto humano, Él notó uno diferente, uno que hizo que saliera poder de Él; uno, como posteriormente el mismo Jesús dijo, hecho con fe. Me ha dado mucho que pensar acerca de mí mismo. Cierto, estoy cerca de Jesús desde hace ya décadas. Familiarizado con Él y sus enseñanzas. Podría decir que formo parte de su cortejo y voy de aquí para allá con Él. Pero, ¿tengo esa misma actitud que tuvo la mujer que sufría de hemorragias? ¿Me acerco a Jesús con la misma confianza que lo hizo aquella enferma? Resulta que, lo que verdaderamente importa, no es cuán cerca uno está de Jesús, sino si existe ...

LA CAUSA

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Y efectivamente, le desapareció al punto la causa de sus hemorragias. (Marcos 5:29) El contexto es la mujer sanada de sus hemorragias o flujo de sangre según las traducciones mas antiguas. Me llama la atención que Marcos señala que la intervención de Jesús fue a la causa interna que provocaba las evidencias externas. Tiene lógica, si vamos a la raíz, desaparecerán los frutos.  Eso me ha llevado a pensar que siempre que permitimos el pecado en nuestras vidas es porque existe un desarreglo en nuestro corazón, un vacío, una necesidad que tratamos de llenar con algo externo. Unos lo hacen con el juego, otros con el poder, la droga, las relaciones destructivas, la aprobación de los demás, el prestigio, la influencia y un etcétera tan largo como uno desee desarrollar. Pero, si atacamos las evidencias externas y no exploramos la razón interna, ese vacío, esa ruptura en el corazón que aún no hemos podido o sabido llenar con Dios, el cambio que intentemos nunca será sostenible en el tiempo ...

SER MEDIDO POR DIOS

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  También les dijo [Jesús] prestad atención a lo que oís: Dios os medirá con la misma medida con que vosotros medís a los demás, y lo hará con creces. (Marcos 4:24) La Biblia nos habla de leyes universales establecidas por Dios; por ejemplo, la de la siembra y la cosecha. Lo que sembramos es lo que recogemos. La de la medida podría ser considerada otra ley. Seremos evaluados con los mismos criterios que evaluamos a los demás. Parece justo porque habitualmente tenemos dos medidas diferentes una para los otros y otra para nosotros mismos. Fácilmente podemos condenar en otros lo que nos parece del todo justificable en nosotros. Jesús dice que no va a actuar del mismo modo, que usará para medirnos los criterios que usemos en la vida de los otros. Esto me lleva a pensar que más vale aplicar gracia, compasión y misericordia a las demás personas porque, si no lo hacemos, no podemos esperar que nos sea aplicada a nosotros el día en que la necesitamos. ¿Cómo tratas a los demás?

¿TIENE DIOS BASTARDOS?

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  Porque todo el que hace la voluntad De Dios, ese es mi hermano y mi hermano y mi madre. (Marcos 3:25) He oído decir, incluso yo lo he pronunciado con cierto tono de orgullo, que soy hijo de Dios porque lo he aceptado como Señor y Salvador. Son muchos los pasajes del Nuevo Testamento que apuntan en esa dirección. En ocasiones, personas han comentado mis posts indicando que sólo los que reúnen la condición antes indicada son auténticos hijos del Señor, el resto son tan sólo criaturas. No puedo dejar de pensar en los animales de compañía que tienen mis hijos en sus hogares. Son criaturas ¡Sin duda! pero no tienen la categoría de hijos ¿Será así con el resto de la humanidad? Pero después me asaltan otros pasajes de las Escrituras; textos como el que reproduzco en esta entrada. Las palabras del Maestro diciendo que por sus frutos los conoceréis. El tremendo pasaje de Mateo 25, que yo llamaría de los sorprendidos. Sorprendidos los que son aceptados y también los que son ...

VINO NUEVO EN ODRE NUEVO

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Tampoco echa nadie vino nuevo en odres viejos, porque el vino nuevo rompe los odres, y se pierden al mismo tiempo los odres y el vino. A vino nuevo, odres nuevos. ((Marcos 2:22) En la época de Jesús no existían botellas para conservar el vino y lo habitual era hacerlo el odres de piel. Cuando eran nuevos conservaban un grado de flexibilidad, de adaptación, que iban perdiendo al envejecer. El vino nuevo todavía no había fermentado completamente y producía gases que presionaban el odre; si este todavía tenía flexibilidad podía adaptarse y resistir la presión del gas. Sin embargo, si carecía de esta se rompía y se perdía el continente y el contenido. La enseñanza es clara ¿Cuál es el grado de flexibilidad que tienen nuestras instituciones religiosas para aceptar una nueva teología, una nueva comprensión de las Escrituras para un tiempo nuevo? pero también ¿Cuál es nuestro grado de flexibilidad mental para adaptarnos a nuevas realidades sin rompernos? Podría ser que por la carenci...