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MALA REPUTACIÓN

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Al verlo, los fariseos y los maestros de la ley murmuraban: "este anda con gente de mala reputación y hasta come con ella". (Lucas 15:2) Para estos dos colectivos, fariseos y doctores de la ley, la gente de mala reputación abarcaba a todo aquel que no vivía como ellos. Eran personas con las cuales estaba prohibido todo trato y relación que no fuera estrictamente necesario. Visitarlos, ser visitados por ellos era algo que ni siquiera pensaban. Compartir la mesa con ellos -señal de camaradería y comunión- era algo que nunca se daría porque significaría contaminarse y el riesgo de ser juzgados por sus pares. La conducta de Jesús era motivo de escándalo para ellos. El Maestro, no solo no se avergonzaba de la relación y la interacción con estas personas, sino que además, compartía la mesa con ellas con todo lo que significaba. Si Jesús no tenía escrúpulos de este tipo de relaciones me pregunto por qué deberíamos tenerlos nosotros. ¿Qué tipo de colectivos te escandalizan? ¿Aprobarí...

LIMPIEZA

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Luego el rey ordenó al sumo sacerdote... que sacasen del templo todos los objetos dedicados a Baal, a Astarté y a todos los astros celestes; los hizo quemar fuera de Jerusalén (2 Reyes 23:4) El capítulo 23 del segundo libro de los Reyes describe la mayor reforma religiosa llevada a cabo en la historia de Israel encabezada por el rey Josías, sin duda, un monarca que en su calidad espiritual puede ser comparado con el mismísimo David. Al leerlo me preguntaba qué aplicación puede tener para mi vida personal. Josías limpió el templo de todo rastro de idolatría. Mi cuerpo, mi vida, como enseña el Nuevo Testamento, es el templo del Espíritu Santo De Dios y, por tanto, debo de limpiarlo de toda contaminación, he de eliminar otros dioses que compiten por mi lealtad y que me prometen bendición y felicidad. Yo, ya los he identificado y estoy en el proceso de barrerlos fuera.  ¿Cuáles son los tuyos?  

DISPOSICIÓN

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Si uno quiere venir conmigo y no está dispuesto a dejar... no podrá ser discípulo mío. Como tampoco podrá serlo el que no esté dispuesto a cargar con su propia cruz para seguirme. (Lucas 14:26-27) Tener la intención de hacer algo y estar preparado para ello. Así define el diccionario la palabra dispuesto. Seguir a Jesús implica renuncia y carga. A lo que uno debe renunciar y debe cargar es totalmente personal, son ajustes que cada uno de nosotros ha de hacer con el Señor. No somos quién para imponer en otros renuncias y cargas, mas bien, para discernir las nuestras propias. Lo que si está claro, meridianamente claro, es que es una quimera -el diccionario la define como:  Sueño o ilusión que es producto de la imaginación y que se anhela o se persigue pese a ser muy improbable que se realice.- pretender seguir a Jesús sin renuncia ni carga. ¿Cuál es tu renuncia, cuál es tu carga?  

PON ORDEN

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  Esto dice el Señor: "Pon orden en tus asuntos, pues vas a morir, no te curarás." (2 Reyes 20:1b) Este fue el sorprendente mensaje que el rey Ezequías recibió del Señor por medio del profeta Isaías. ¿Cómo responderíamos nosotros si recibiéramos ese mismo mensaje? ¿Qué significaría para nosotros poner orden en nuestros asuntos? ¿Relaciones que restaurar? ¿Perdones que pedir u otorgar?  Sin duda la vida de cada uno de nosotros es única y singular, sin embargo, el principio bíblico sigue siendo válido para todos nosotros sin excepción y es algo que vale la pena pensar, meditar y actuar. ¿Qué debes hacer en respuesta a este mensaje del Señor en su Palabra?

REFLEXIONES EN TORNO AL SALMO 51. EL DIOS OLVIDADIZO

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Aparta tu rostro de mis pecados, borra todas mis culpas. (Salmo 51:11) Perdono pero no olvido. Es una frase que todos hemos oído e incluso hemos dicho. Podemos perdonar pero llevamos un registro de las ofensas que se nos han hecho y, no sin razón, las mismas pueden condicionar nuestra relación con la persona perdonada. Podemos pensar que Dios es como nosotros, que cuando confesamos nuestros pecados si, los perdona, pero mantiene un registro detallado de cada uno de nosotros, del mismo modo que la justicia tiene nuestros antecedentes penales.  Pero no es así, la Biblia afirma que: " Yo, soy yo quien borra tus crímenes y decido no acordarme de tus pecados." (Isaías 43:5) El Señor, no sólo borra el pecado, sino que también destruye todos los registros; en la práctica es como si nunca hubieras cometido ese pecado. Es como si todo en tu relación con Él comenzara de cero, sin deudas, ni antecedentes, ni registro en contra tuya. ¿Qué reacción produce esto en ti?  

REFLEXIONES EN TORNO AL SALMO 51. DEFECTO DE FÁBRICA

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  Yo en la culpa fui engendrado, en pecado me concibió mi madre. (Salmo 51:7)  Fue el escritor de la Ilustración Rousseau quien afirmaba que el hombre era bueno por naturaleza pero era la educación la que lo echaba a perder; tal vez por eso abandonó a sus cinco hijos en un hospicio para niños y nunca se preocupó por ellos. Al hacerlo, no tuvo que preocuparse de confirmar su teoría sobre la bondad humana. Por otro parte, un siglo antes, Thomas Hobbes ya había afirmado que el hombre era malo, un depredador para los otros seres humanos. Vemos, pues, dos maneras diferentes y enfrentadas de percibir al ser humano. Creo que Hobbes está más alineado con la verdad bíblica que considera que desde la rebelión de Adán y Eva contra el Señor y su autoridad el pecado se ha ido transmitiendo genéticamente de generación en generación. Tú y yo somos la evidencia de esa realidad. Somos como esos productos que salen de fábrica ya defectuosos y, por tanto, siempre funcionarán de esa manera a meno...

REFLEXIONES EN TORNO AL SALMO 51. RECONOCER

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  Pues yo reconozco mi culpa, tengo siempre presente mi pecado. Contra ti, sólo contra ti pequé, yo hice lo que tú aborreces, así que serás justo en tu sentencia, serás irreprochable cuando juzgues. (Salmos 51:5-6) Reconocer la culpa, confesar. La palabra que el griego usa en el Nuevo Testamento es: "homologeo" que literalmente significa estar de acuerdo con Dios. Cuando confesamos estamos de acuerdo con Él en tres cosas: 1ª, que lo que hemos hecho o dejado de hacer está mal, va en contra del Señor y lo que espera de nosotros. 2ª que Jesús pagó de manera definitiva por nuestros pecados con su muerte en la cruz. 3ª que estamos dispuestos y comprometidos con Dios para cambiar nuestras actitudes y/o acciones con respecto al pecado en cuestión. A menos que se den estas tres condiciones, si falta una de ellas, no hay auténtica confesión y, consecuentemente, no se restaura nuestra comunión con Dios. ¿Por qué son importantes estas tres actitudes?