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VEJEZ Y SABIDURÍA

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  Nuestros días decaen bajo tu furia, como un suspiro pasan nuestros años. Setenta años dura nuestra vida, durará ochenta si se es fuerte; pero es su brío tarea inútil, pues pronto pasa y desaparecemos... Enséñanos a contar nuestros días y tendremos así un corazón sabio. (Salmo 90:10-12) La vejez es inevitable. La sabiduría es algo que buscamos de forma intencional. La primera llega, la segunda se cultiva a lo largo de toda una vida, día tras días buscando alinear nuestra vida con los principios de la Escritura que reflejan el carácter de Dios. Esta es la sabiduría bíblica, que no debemos confundir con el conocimiento, con la adquisición de información.  Todos, si el Padre lo permite, envejeceremos, pero no todos nos volveremos sabios. La vida pasará por nosotros y nosotros por ella sin que el carácter de Jesús sea más y más evidente en nosotros, sin que hayamos sido transformados por el trabajo del Espíritu Santo, sin que, en definitiva, nos hayamos vuelto más sabios....

PAZ CON DIOS

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Declarados justos, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo. (Romanos 5:1) Es muy difícil, por no decir imposible, valorar lo que Dios ha hecho por nosotros si no tenemos una clara conciencia de cuál era/es nuestra situación ante Él. Es difícil saber hasta qué punto somos realistas con nuestra realidad como seres humanos. No creo que nos consideremos malos, mucho menos, como dice la Biblia, depravados. Nos comparamos con otros, especialmente con aquellos que sabemos que la comparación nos resultará favorable, y tranquilizamos nuestra conciencia. Incluso, en ocasiones, llegamos a pensar que Dios es injusto y que debería comportarse de otra manera con la humanidad en general y nosotros en particular.  Con esta actitud cuesta valorar que gracias al sacrificio de Jesús en la cruz por nosotros hemos sido declarados justos, no culpables, inocentes y restablecidos en una relación de amistad con el Señor y en paz con Él. Que gracias a ello el pa...

ESPERANZA CONTRA ESPERANZA

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  ÉL [Abraham] creyó en esperanza contra esperanza, para llegar a ser padre de muchas gentes, conforme a lo que se le había dicho: Así será tu descendencia. (Romanos 4:19) En unos versículos previos Pablo afirmó que Abraham creyó a Dios y éste lo declaro justo, justificado. Por eso, en este mismo capítulo el apóstol identifica al patriarca como el padre de todos aquellos que descansan en la fe en lo que Jesús ha hecho en la cruz para poder ser declarados justos, es decir, puestos en la debida relación personal con Dios. Me encanta la afirmación de que Abraham creyó, confió en Dios, puso su esperanza en Él a pesar de que toda su realidad le invitaba a la desesperanza. El Señor le había prometido que sería padre de muchas naciones pero ya tenía cien años y su mujer era estéril. Él decidió no centrarse en las circunstancias que, naturalmente eran reales, decidió hacerlo en el poder del Señor, en su capacidad de actuar por encima del mundo natural pues, al fin y al ...

CUESTIÓN DE CORAZÓN

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Lo que distingue al auténtico judío es su interior, y la auténtica circuncisión es la del corazón, obra del Espíritu y no de reglas escritas. Y no serán los seres humanos sino Dios quien la alabe. (Romanos 2:29) Para entender bien el significado de este pasaje debes cambiar la palabra judío por seguidor de Jesús. Lo que el apóstol está indicando es que ser cristiano es una cuestión del corazón y punto. En la antropología hebrea, a diferencia de la cultura popular, el corazón no tiene nada que ver con las emociones, es, por el contrario, el centro de control de la misma, donde se elabora y se gestiona el proyecto de vida. El propio Jesús indica que es el corazón el que produce las conductas visibles alineadas o, por el contrario, enfrentadas con la voluntad de Dios. El propósito de la religión es moralizar, hacer.a las personas políticamente correctas. Una persona puede modificar sus conductas y hacerlas religiosamente aceptables y, sin embargo, dejar intacto su corazón qu...

POR NUESTRA CULPA

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Aunque ya lo dice la Escritura: Por vuestra culpa el nombre de Dios es denigrado entre las naciones. (Romanos 2:24) Pablo, al escribir estas líneas tiene en mente al pueblo de Israel. Este, lejos de ser un testimonio del Señor para las naciones, se convirtió en un obstáculo para que estas se pudieran acercar a Él. Sin embargo, no es difícil ver un paralelismo con nuestra propia realidad como iglesia y como individuos. A nivel colectivo deberíamos hacer una profunda autocrítica y plantearnos hasta qué punto la hostilidad en el peor de los casos, o indiferencia en el mejor de ellos, de las personas hacia la fe cristiana es consecuencia de nuestra incoherencia y pobre testimonio del amor, gracia y misericordia del Padre. Como iglesia ¿alejamos o acercamos a las personas al Señor? A nivel individual necesitamos plantearnos si nuestro estilo de vida acerca o aleja a las personas que hay en nuestros círculos al evangelio y su mensaje de salvación. Necesitamos ser críticos con n...

EL PELIGRO DE JUZGAR

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Por eso, tú, quienquiera que seas, no tienes excusa cuando te eriges en juez de los demás. Al juzgar a otro tú mismo te condenas, pues te eriges en juez no siendo mejor que los demás. (Romanos 2:1) Jesús ya afirmó que no debíamos juzgar para no ser nosotros mismos juzgados. Cuando yo juzgo a alguien por su conducta, valores, actitudes, motivaciones, etc., estoy reconociendo que existen unos valores, principios, o como queramos llamarlos que son superiores y que la persona juzgada está transgrediendo. En este caso estamos hablando de la ley de Dios, de sus mandamientos y voluntad. El problema es que la ley es un todo. La transgresión de uno de sus preceptos nos convierte automáticamente en culpables. Dicho de manera simple; si soy un ladrón no puedo alegar en mi defensa que no he matado a nadie. Ciertamente no he cometido asesinato u homicidio, pero igualmente soy un delincuente.  Mi punto es que uno solo está en condición de juzgar a otros cuando uno mismo está cumpliendo...

ABANDONADOS A UNO MISMO

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Por eso Dios los ha dejado a merced de sus bajos instintos, degradándose y envileciéndose a sí mismos... Así que Dios los ha dejado a merced de pasiones vergonzosas... es Dios mismo quien lo deja a merced de una mente pervertida que los empuja a hacer lo que no deben.  (Romanos 1: 24, 26 y 28) Con cierta frecuencia me he encontrado con personas que me platean la pregunta: ¿de qué debe salvarme Dios? y, a continuación afirman, que no necesitan ningún tipo de salvador. Yo si lo necesito; preciso de alguien que me salve de mí mismo, de mis contradicciones, de mis incoherencias de mi incapacidad de vivir a la altura de lo que considero mis ideales, de mis tendencias que pueden ser destructivas para otros y autodestructivas para mí mismo, en definitiva del mal que habita en mí, porque como indica el apóstol en Romanos capítulo primero, cuando decidimos darle la espalda a Dios, Él respeta nuestra decisión y nos deja abandonados a nosotros mismos. Lo dicho anteriormente es ...