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PENA (SALMO 119)

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  Me estoy consumiendo de pena, confórtame según tu promesa. (Salmo 119:28) La pena es un sentimiento grande de tristeza que inunda el corazón. La pena abate y nos sume en un estado de desesperanza. La versión TLA lo describe de una forma muy potente cuando afirma: "estoy muy decaído y el dolor me está matando". La pena es un sentimiento normal en la vida de cualquier persona, sea o no creyente. Es una respuesta ante una situación real o posible, presente o futura. Lo anormal sería no sentir pena delante de ciertas cosas que la vida nos trae. Sentir pena no es una falta de fe ni de confianza en el Señor; es una respuesta normal ante la vida y sus realidades.  El punto clave es qué podemos hacer con ella. La pena, si no es tratada y gestionada nos puede hacer muchísimo daño y llevarnos a un punto de paralización, anulando nuestra capacidad de lidiar con la vida.  El propio salmista nos da pistas al respecto. En ese mismo fragmento del salmo indica en un par de oc...

OIGO VOCES (SALMO 119)

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  Tus mandatos son mi deleite, ellos son mis consejeros. (Salmo 119:24) ¿Qué voces hablan a nuestras vidas? ¿A quién escuchamos para tomar decisiones? ¿Quién influencia nuestra manera de pensar, de afrontar la vida? Vale la pena pararse y pensarlo por un momento, tomar conciencia de a quién estamos prestando atención y de qué modo esas voces están marcándonos, dejando una huella en nuestra forma de vivir. El salmo 119 es una reflexión sobre el papel que la Palabra puede jugar en la vida de un seguidor de Jesús. Cada una de sus diferentes divisiones hace un énfasis singular. En el que abordo hoy se nos habla acerca de permitir que el consejo del Señor sea el que nos aconseje, guíe y oriente para desarrollar y llevar a cabo nuestro proyecto vital. Soy un convencido creyente en que el Espíritu Santo, tal y como prometió Jesús, nos guía a toda la verdad y nos enseña todas las cosas. Pero, para ello, la Palabra debe estar en nuestra mente y corazón. Cuando reside en nosotros es cua...

¿CUÁL ES TU SOFTWARE MENTAL? (SALMO 119)

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  Guardo tus palabras en mi corazón para así no pecar contra ti. (Salmo 119:11) Tu ordenador, tableta o celular tiene un software, un sistema operativo que es el que te permite interactuar con el dispositivo y usar todas las aplicaciones que tengas instaladas. Cada cierto tiempo debes actualizarlo, de lo contrario, aparte de poder tener brechas de seguridad -lo cual sería muy peligroso para el dispositivo-, no podrás instalar las nuevas versiones de las aplicaciones que ya tienes, ni descargar nuevas  pensadas para un software más potente.  Nuestro corazón también tiene un sistema operativo que es el que nos permite interactuar con nosotros, con otros y con la realidad. Nadie puede funcionar sin sistema operativo, tenga conciencia o no de ello. La gran pregunta es ¿cuál es nuestro sistema, qué tenemos en nuestro corazón que regula nuestra interacción con la realidad, con la vida? Si no tienes la Palabra y la vas actualizando periódicamente, tu sis...

¿ERES FELIZ? (SALMO 119)

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  Felices los de conducta intachable, los que caminan en la ley del Señor. Felices los que guardan sus mandatos y los buscan con todo el corazón. (Salmo 119:1-2) ¿Eres feliz? Soy consciente de que no es fácil responder a esta pregunta, entre otras razones, porque, a menudo, ni siquiera sabemos definir qué es la felicidad, en qué consiste y, consecuentemente, se hace complicado poder determinar si lo somos, y si es así, en qué grado.  En nuestra sociedad se confunde con demasiada frecuencia la felicidad con el placer.  El placer es la satisfacción que nos produce el estar expuestos a situaciones gratificantes que generan una respuesta química en nuestro cerebro; consecuentemente, con el paso del tiempo necesitamos dosis mayores de exposición para conseguir los mismos niveles de satisfacción. Si, realmente, suena como una adicción.  También es fácil confundir alegría con felicidad. La primera es nuestra respuesta ante algo o alguien que nos genera emocio...

MIEDOS (SALMO 118)

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  El Señor está conmigo, nada temo. (Salmo 118:6) El  miedo  es una  emoción  caracterizada por una intensa sensación desagradable provocada por la percepción de un  peligro , real o supuesto, presente, futuro o incluso pasado. Es una emoción primaria que se deriva de la aversión natural al  riesgo  o la amenaza. El miedo aparece en la experiencia humana como consecuencia del pecado. En Génesis 3 observamos que inmediatamente después de haber desobedecido a Dios y haberse declarado independiente de Él, su autoridad y su jurisdicción, el ser humano comienzo a experimentarlo. Esa emoción estaba ausente antes de la aparición del pecado. D esde entonces, esa emoción forma parte de nuestra realidad. El miedo no podemos evitarlo, es un mecanismo de defensa que tiene un valor útil. El pecado hace que vivamos en un entorno hostil donde el ser humano se ha convertido en depredador de su hermano. Como consecuencia, la confianza, es decir, la medid...

NUNCA DEJA DE AMARTE (SALMO 117)

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  Nunca deja de amarnos. (Salmo 117:2) No se cuál es la situación en la que el lector se encuentra. Si, te aseguro, que antes de escribir he orado para que Dios pudiera relacionar estas palabras con necesidades que desconozco. El breve pasaje que he reproducido me ha hecho pensar en la gracia del Señor, representada de forma tan magistral en la parábola del padre que ama y perdona. La gracia es escandalosa e injusta (si fuera justa no sería gracia, Pablo lo explicó con total claridad escribiendo a los gálatas). El que la recibe se siente avergonzado y desbordado por la forma en que está siendo tratado, plenamente consciente de no merecerlo. El que la observa se siente ultrajado por el trato injusto que se le otorga al receptor de la gracia. Considera que no merece ese trato -lo cual, es totalmente cierto- y cuestiona incluso la conducta del dador de gracia. No sé que has hecho o dejado de hacer. Ignoro cuáles son las realidades que hay en tu vida, pero no puedo hacer otra cosa...

LA RESPUESTA AL AMOR (SALMO 116)

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  ¿Cómo podré, mi Dios, pagarte todas tus bondades? Mostrándome agradecido y orando en tu nombre, y cumpliendo mis promesas en presencia de tu pueblo? (Salmo 116:12-14) Pues de ningún modo. No hay manera de pagar lo que no tiene precio. El amor del Señor hacia nosotros es total y absolutamente incondicional, y lo que es de ese carácter ni espera ni exige devolución alguna. El amor del Señor no es un trueque, no es el hacer algo por nosotros a fin de que nosotros hagamos algo por Él; si así fuera, no sería amor ágape. ¿Qué hacemos entonces ante semejante amor? ¿Cómo respondemos a la gracia del Padre? ¿Qué podemos hacer por aquel que nada necesita y al que no podemos pagar? Pues, simple y llanamente amarle de vuelta. El agradecimiento es el primer paso de respuesta ante el abrumador amor del Padre que nos acepta de regreso en casa y nos eleva, nuevamente, a la condición de hijos y herederos suyos. El cumplimiento de nuestras promesas es el segundo movimiento, no para ganar nada, sino...