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¿ERES FELIZ? (SALMO 119)

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  Felices los de conducta intachable, los que caminan en la ley del Señor. Felices los que guardan sus mandatos y los buscan con todo el corazón. (Salmo 119:1-2) ¿Eres feliz? Soy consciente de que no es fácil responder a esta pregunta, entre otras razones, porque, a menudo, ni siquiera sabemos definir qué es la felicidad, en qué consiste y, consecuentemente, se hace complicado poder determinar si lo somos, y si es así, en qué grado.  En nuestra sociedad se confunde con demasiada frecuencia la felicidad con el placer.  El placer es la satisfacción que nos produce el estar expuestos a situaciones gratificantes que generan una respuesta química en nuestro cerebro; consecuentemente, con el paso del tiempo necesitamos dosis mayores de exposición para conseguir los mismos niveles de satisfacción. Si, realmente, suena como una adicción.  También es fácil confundir alegría con felicidad. La primera es nuestra respuesta ante algo o alguien que nos genera emocio...

MIEDOS (SALMO 118)

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  El Señor está conmigo, nada temo. (Salmo 118:6) El  miedo  es una  emoción  caracterizada por una intensa sensación desagradable provocada por la percepción de un  peligro , real o supuesto, presente, futuro o incluso pasado. Es una emoción primaria que se deriva de la aversión natural al  riesgo  o la amenaza. El miedo aparece en la experiencia humana como consecuencia del pecado. En Génesis 3 observamos que inmediatamente después de haber desobedecido a Dios y haberse declarado independiente de Él, su autoridad y su jurisdicción, el ser humano comienzo a experimentarlo. Esa emoción estaba ausente antes de la aparición del pecado. D esde entonces, esa emoción forma parte de nuestra realidad. El miedo no podemos evitarlo, es un mecanismo de defensa que tiene un valor útil. El pecado hace que vivamos en un entorno hostil donde el ser humano se ha convertido en depredador de su hermano. Como consecuencia, la confianza, es decir, la medid...

NUNCA DEJA DE AMARTE (SALMO 117)

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  Nunca deja de amarnos. (Salmo 117:2) No se cuál es la situación en la que el lector se encuentra. Si, te aseguro, que antes de escribir he orado para que Dios pudiera relacionar estas palabras con necesidades que desconozco. El breve pasaje que he reproducido me ha hecho pensar en la gracia del Señor, representada de forma tan magistral en la parábola del padre que ama y perdona. La gracia es escandalosa e injusta (si fuera justa no sería gracia, Pablo lo explicó con total claridad escribiendo a los gálatas). El que la recibe se siente avergonzado y desbordado por la forma en que está siendo tratado, plenamente consciente de no merecerlo. El que la observa se siente ultrajado por el trato injusto que se le otorga al receptor de la gracia. Considera que no merece ese trato -lo cual, es totalmente cierto- y cuestiona incluso la conducta del dador de gracia. No sé que has hecho o dejado de hacer. Ignoro cuáles son las realidades que hay en tu vida, pero no puedo hacer otra cosa...

LA RESPUESTA AL AMOR (SALMO 116)

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  ¿Cómo podré, mi Dios, pagarte todas tus bondades? Mostrándome agradecido y orando en tu nombre, y cumpliendo mis promesas en presencia de tu pueblo? (Salmo 116:12-14) Pues de ningún modo. No hay manera de pagar lo que no tiene precio. El amor del Señor hacia nosotros es total y absolutamente incondicional, y lo que es de ese carácter ni espera ni exige devolución alguna. El amor del Señor no es un trueque, no es el hacer algo por nosotros a fin de que nosotros hagamos algo por Él; si así fuera, no sería amor ágape. ¿Qué hacemos entonces ante semejante amor? ¿Cómo respondemos a la gracia del Padre? ¿Qué podemos hacer por aquel que nada necesita y al que no podemos pagar? Pues, simple y llanamente amarle de vuelta. El agradecimiento es el primer paso de respuesta ante el abrumador amor del Padre que nos acepta de regreso en casa y nos eleva, nuevamente, a la condición de hijos y herederos suyos. El cumplimiento de nuestras promesas es el segundo movimiento, no para ganar nada, sino...

TUS DIOSES (SALMO 115)

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  Los ídolos de esas naciones son objetos de oro y plata; ¡son hechura humana! ¿Y qué es lo que tienen? Una boca que no habla, y ojos que no ven; orejas que no oyen, y narices que no huelen; manos que no tocan, y pies que no andan; garganta tienen, ¡peo no emiten ningún sonido! Iguales a esos ídolos son quienes los hacen y quienes confían en ellos. (Salmo 115:4-8) Todo parece indicar que el ser humano está hecho para adorar. La cuestión es a quién o a qué adora. Es, en mi opinión, falso que esta sociedad no sea religiosa, simplemente ha cambiado los objetos de su adoración. Los ídolos contemporáneos son el poder, la influencia, el placer, la búsqueda de experiencias, el sexo, el dinero... Martín Lutero ya lo indicaba al afirmar que dios es cualquier cosa que ocupa el primer lugar en tu corazón. Esta necesidad de adorar convierte al ser humano en tremendamente vulnerable y manipulable. Perseguimos la felicidad y ponemos nuestra confianza en cualquier persona o cosa qu...

PANTOCRÁTOR (SALMO 114)

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  ¡Tiembla, oh tierra, ante el Señor, delante del Dios de Jacob. (Salmo 114:7) La figura aquí representada es un pantocrátor, el Cristo en majestad, el Dios todopoderoso. Era una imagen que se reproducía, a menudo, en las iglesias medievales de toda la cristiandad. Al leer el salmo de hoy ha venido a mi mente, he asociado todo el salmo con Jesús quien es Señor de todo lo creado, sea visible e invisible, como afirmaba el apóstol Pablo. Pero en mi reflexión también he pensado en que al mirar a mi alrededor parece más bien lo contrario. No veo la evidencia de que el Señor gobierne y que la tierra lo reconozca. Para ser sinceros, parece más bien al contrario, que los poderes sociales, políticos, económicos y culturales ignoran clara y abiertamente al Señor y su autoridad. Nuevamente, por asociación, el Espíritu Santo ha traído a mi 2 Pedro 3:9 que reproduzco a continuación: "No es que el Señor se retrase en cumplir lo prometido, como algunos piensan; es que tiene paciencia co...

EN TODO TIEMPO (SALMO 113)

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  ¡Sea siempre bendito nuestro Dios! ¡Alabadlo a todas horas! ¡Alabadlo ahora y siempre! (Salmo 113:2-3) Cuando pienso en la experiencia humana me siento como un producto que está dañado de fábrica y, por tanto, su funcionamiento siempre será defectuoso. Ciertamente podrá mejorar el rendimiento, de hecho, ese el trabajo de restauración que día tras día Jesús trata de hacer en mi vida (cuando le dejo), pero nunca será completo. Así son los desastrosos efectos del pecado en todas las dimensiones de nuestra humanidad.  Me ha venido este pensamiento a la mente al considerar las palabras del salmo y la invitación a que alabemos y reconozcamos al Señor en todo tiempo, en los buenos y en los malos. Me doy cuenta que en los buenos es muy fácil convertirnos en desagradecidos, asumir que es nuestro derecho lo que vivimos y experimentamos, creer que ha sido nuestra mano la que lo ha conseguido. Fácilmente dejamos de reconocer y dar gracias a Dios por todas y cada una de la...