JUAN 1. EL PROLOGO 1
ya existía aquel que es la Palabra.
La Palabra estaba con Dios,
y era Dios.
2 Cuando Dios creó todas las cosas,
allí estaba la Palabra.
3 Todo fue creado por ella,
y sin ella, nada se hizo.
4 De la Palabra nace la vida,
y ella, que es la vida,
es también nuestra luz.
5 La luz alumbra en la oscuridad,
¡nada puede destruirla!
(Juan 1:1-5)
Hoy es un día especial. Después de mi travesía por el libro de los salmos y toda su gama de experiencias humanas en ellos descritas quiero acercarme más profundamente a Jesús. Han sido más de seis meses caminando a través del salterio. por tanto, era complicado decidir en qué dirección seguir ahora. Tras pensarlo decidí que era importante centrarme, una vez más, en aquel a quien sigo y considero el Maestro de mi vida.
El evangelio comienza con un prólogo en el que se habla de Jesús y de Juan su enviado. Esta primera parte del comienzo de la buena noticia nos habla acerca de Jesús antes de su irrupción en nuestro mundo.
Se nos dicen varias cosas acerca de Él: su pre-existencia antes de que el universo fuera creado, su situación junto a Dios, el hecho de que era Dios y que todo lo existente ha sido hecho por medio de Él. Finalmente aparecen dos de los grandes símbolos que se utilizan para definir a Jesús a lo largo de este evangelio, la vida y luz. Él es la vida y es la luz.
Siempre me ha llamado la atención la idea de la luz. Tiene una vertiente positiva y otra, digámosle, negativa. La positiva es ese sentido de dirección, de seguridad, de orientación que transmite la presencia de la luz en medio de las tinieblas o la oscuridad. La negativa tiene que ver con poner de manifiesto y hacer evidente todo lo que hay, lo bueno y lo malo. Y lo que la luz pone de manifiesto no siempre me gusta ni me hace sentir tranquilo.
Esto explica la polarización que Jesús provocaba y sigue provocando en la gente. Para unos, es la vertiente positiva de la luz. La presencia de Jesús les transmite seguridad, esperanza, un sentido de dirección y la capacidad para orientarse. Para otros, es la vertiente negativa, Jesús los confronta con su realidad, con sus inconsistencias, su necesidad de cambiar y eso provoca rechazo.
Personalmente agradezco a Jesús que traiga luz a mi vida. Reconozco que no siempre me gusta lo que ilumina pero, como seguidor suyo, estoy dispuesto a permitir que lo trabaje en mi realidad como ser humano.
Un principio
Deja que la luz te ilumine, no tengas miedo.
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