¿IDÓLATRA?

 


No tendrás otros dioses aparte de mí. (Éxodo 20:3)

El mandamiento del Señor indica que la idolatría es una posibilidad y que debemos estar atentos y vigilantes que no se dé en nosotros. De entrada, estoy seguro, nadie que lee estas palabras se considera un idólatra ni en la posición de serlo. A nivel superficial es fácil responder. Tal vez precisamos es más hacia el interior de nuestras almas y usar criterios más amplios para definir idolatría.

Martín Lutero afirmaba que dios es cualquier cosa que ocupa el primer lugar práctico y efectivo en nuestros corazones. Nuestro dios no es el que declaramos sino aquel a quien servimos. Con este criterio a la vista resulta que nuestros dioses pueden ser el trabajo, la belleza, el dinero, el estatus, el poder, las redes sociales, la opinión de los demás y su aprobación, la familia, el sexo, el deporte e incluso, si, incluso, la iglesia y el ministerio cristiano. Nada de lo anterior es malo por definición, pero, cuando desplazan al Señor del centro se convierten en ídolos a los que servimos y que, como todo ídolo, nos exigen y exigen hasta que nos esclavizan.

¿Qué ídolos pueden haber en tu vida?

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